“El jefe tóxico es un jefe chapado a la antigua» (Entrevista Economía 3)

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Entrevista realizada por Juan Antonio Gallart, para Economía 3. Una entrevista valiente, pues la mayoría de medios de economía y gestión de personas prefieren hacer caso omiso de la realidad del Jefe Tóxico en las organizaciones. Transcribo.

 

Pablo Adán es consultor de marketing, comunicación y de estrategia de empresas. Tras casi 15 años dedicado a la formación, ha impartido cursos en la Universidad Católica, la Escuela Europea de Marketing y Empresa, la Cámara de Comercio o la CEV, entre otras entidades, sobre estrategia de Recursos Humanos, marketing y marketing digital. Esta semana sale a la venta en Amazon -y más adelante se podrá adquirir en librerías- S.O.S. Tengo un jefe tóxico (SC Libro) su obra sobre “el lado oscuro del liderazgo”.

-Lo has anunciado en redes como “el libro que tu jefe no querrá que leas. El libro que deberá leer tu jefe.”. ¿Qué aporta el libro?

-Lo deberían leer todos los jefes para averiguar si tienen perfil de toxicidad o pueden llegar a tenerlo; los responsables de RRHH, porque esto es un manual de liderazgo real, no ideal. Y las personas que tienen o sospechan tener un jefe tóxico, porque les va a ayudar. Todos hemos tenido alguna experiencia. Y si no tienes un jefe tóxico, léelo para estar prevenido, lo identifiques y puedas reaccionar a tiempo.

-Estamos a principios de julio. Es un mes que se nos suele hacer largo por el calor, la proximidad de las vacaciones que parece que nunca llegan, llevamos toda la temporada a las espaldas…A estas alturas, ¿quién no piensa que tiene un jefe tóxico?

-Es una reflexión que nos hacemos siempre. En todos los programas de liderazgo que imparto en València Activa, siempre lo pregunto. Aproximadamente, 3 de cada 4 personas tienen o han tenido un jefe tóxico, y a la mayoría les deja huella emocional y les baja la autoestima. Son datos que manejo a través de encuestas.

-La pregunta obvia es qué caracteriza a un jefe tóxico. Pero, claro, hay que tener en cuenta que cuando alguien debe cumplir las instrucciones de quien está en un nivel jerárquico superior, se establece un tipo de relación que fácilmente puede convertirse en tóxica, aunque todos sean bellísimas personas.

-En los libros sobre liderazgo casi siempre se le describe al nivel ideal. Te das cuenta de que se está hablando de un entorno utópico, muy poco presente en las empresas, y sobre todo, en las pequeñas empresas. Un jefe tóxico tiene una base psicológica y sociológica. Y ahí entra en juego la teoría de la gestión del poder. Yo tengo el poder y tengo que conseguir unos resultados. En la medida en que gestiono ese poder, me puedo convertir en tóxico o no.

Un jefe necesita productividad, y yo lo entiendo y lo comparto. ¿Cómo intento que mi empresa, mi gente, sea productiva? Hay dos vías. Una es tratarlos bien e intentar sacar lo mejor de cada uno, creando un entorno laboral estable y tranquilo, no digo genial ni que haya flores todos los días. O dos, no me fío, voy a apretar todo lo que pueda, y al que no le guste que se vaya. Porque hay cien más en la puerta esperando. Ese concepto lo estamos viviendo día a día. Al jefe tóxico le caracteriza una mala gestión del poder y la autoridad; un egocentrismo, como soy el que manda, los demás me tienen que hacer caso y si no, están equivocados; y falta de empatía, me da igual si sufres, aquí se viene a trabajar. Esas son las tres claves.

-De forma más concreta, ¿en qué se traduce una mala gestión de la autoridad?

-Falta de comunicación, de escucha y de motivación. Son ideales a los que todos aspiramos en una empresa, y envidias al que te cuenta que  está a gusto. Y ojo: la mayoría de jefes han pasado por un master, han sido empleados antes que jefes, e incluso siendo jefes pueden tener otros por arriba. Saben perfectamente lo que tienen que hacer y lo que no, pero optan por lo que yo llamo el lado oscuro. Hay que ser productivo y si no te gusta el camino, la puerta está abierta.

No se dan cuenta de que uno de los principales problemas que hay para consolidar una empresa es la rotación. Si alguien lleva dos años y no está a gusto, se va. Y eso es un mensaje interno al resto de empleados: yo debería irme también. Quien se va de una empresa también manda un mal mensaje a mercado y clientes, por lo que es muy dañino para las empresas.

-Démosle la vuelta. ¿Cómo es el jefe no tóxico? Sin perder de vista el límite de que no sea una persona a la que le tomen el pelo. El equilibrio no parece nada sencillo.

-Desde luego, un jefe que vamos a llamar “buenista”, o como se dice en el ámbito del liderazgo, “paternalista”, se preocupa de su gente pero le da prioridad al ambiente de trabajo, a las personas, frente a los objetivos. Luego, estamos ante un buen líder pero un mal jefe. Un jefe está para cumplir con unas funciones y para cumplir con unos objetivos, eso no puede olvidarse. Sin utopías, hay que ser un buen jefe, pero un buen jefe dirige un equipo y cumple resultados. La diferencia entre un buen jefe y un buen líder es que el liderazgo es una cualidad que te dan los demás. Si sacas lo mejor de mí das resultados. No se trata de disfrutar en el trabajo, se trata de trabajar disfrutando. Yo no voy a pasármelo bien, voy a trabajar, porque cobro un sueldo. Si hay un buen ambiente y pienso que esta es mi empresa y estoy involucrado en ella, mi potencial se dispara. Cuando se habla de motivación, hay estudios que dicen que un trabajador no motivado rinde el mínimo para mantener su puesto de trabajo, sobre el 30% de su potencial.

-Evidentemente.

-Del 30 hasta el 70%, donde se considera que se sitúa un trabajador motivado, fíjate si hay recorrido. Y cuando hablo de motivación me refiero a que te reconozcan los méritos, que te den los recursos necesarios para trabajar, que te formen, y que te den un cierto “aire” en la empresa para poder levantar la vista del ordenador y hablar con tu compañero sin necesidad de que alguien te mire mal.

-Los jefes tóxicos, ¿han aumentado durante la crisis?

-Claramente. Y no siempre les echo la culpa a ellos. Esta cuestión es el centro del libro, su punto de inflexión. Alguien que ha tratado muy bien a su gente puede convertirse en un jefe tóxico porque ha perdido dinero y la crisis le ha hecho replantearse las cosas. Buen ambiente cuando todo va bien, pero cuando va mal y se pide un poco de esfuerzo, que los empleados no respondan.

Y si me quejo de que el jefe tóxico no tiene empatía, lo que no se puede hacer es no empatizar con él. Una mala situación económica obliga a cambiar, porque si no, te van cambiar los demás. Esa situación ejerce presión y puede llevar a sacar el látigo. Hemos de ser conscientes de que tenemos derechos y obligaciones como empleados, y que antes de juzgar al jefe hay que averiguar si hay una mala situación económica, si le presionan las esferas o que, efectivamente, es así porque le gusta ser así.

-¿Qué se debe hacer ante un jefe tóxico?

-Lo primero es no tolerar de forma asertiva los primeros síntomas de abuso de poder.

-Eso es fácil decirlo.

-Es fácil decirlo y muy difícil hacerlo. Muy difícil. Pero si se tolera la primera, ya nunca lo harás.

-Hombre, si saltas a la primera, muy posiblemente te vas fuera, no habrá una segunda, claro. Te juegas ir al abismo.

-Claro, todo deriva ahí. Si dependo de ese sueldo y de ese puesto de trabajo, tendré que tragar. Pero intentando no tragar desde la primera. Mucha gente está en tratamiento psicológico por ese tipo de situaciones. Yo recomiendo que, si se está en una situación ante un jefe tóxico y ya no tiene remedio, no hay que dejar de trazar un camino paralelo, buscar empleo y posicionarte profesionalmente. Insisto en que hay que intentar no tragar a la primera.

Una humillación o un reproche delante de todos es uno de los primeros síntomas. Es comparable al maltrato de género. Abuso de poder y humillación permanente porque como dependes de mí no te queda más remedio que tragar, porque sé que no te vas a ir. La típica humillación pública es rechazar de mala manera tu opinión en una reunión. Y eso hace que los demás miren hacia abajo, y no se atrevan a participar.  La reacción que aconsejo es no cuestionar nunca la autoridad del jefe en público. Lo mejor es hablar en privado y avisar que si se comporta así, nunca más darás tu opinión, ni los demás darán la suya.

-Bien. Pero el peligro de ir al pozo sigue ahí.

-Si no puedes irte, primero, hay que asumir mentalmente la situación. Mucha gente va al psicólogo todas las semanas por el estrés laboral y la presión del jefe. Segundo, una cosa que más o menos funciona es que si no se pueden cambiar las cosas, hay que cambiar la forma en que nos afectan. Asumir que es así, y que siendo así, no te debe afectar. Ser un trabajador que realiza un papel en la empresa y olvidarse de todo al salir. La tercera, mantener la relación con los compañeros, ayudarse y comprenderse mutuamente. Porque puede ser que si tu jefe te humilla, tus compañeros te aíslen, por miedo al contagio.

-Existen los jefes tóxicos y existen los compañeros tóxicos. ¿Cómo los caracterizas?

-Un compañero tóxico miente, oculta información que deberías saber y no sabes, es negativo todo el día: no vamos a llegar, esto es insoportable, yo si pudiera me iría…Y esa toxicidad acaba generando jefes tóxicos.

-¿Y si al jefe tóxico le encanta el compañero tóxico? Se me ocurre un ejemplo claro y objetivo para ilustrarlo: las hooooooras. Las jornaaaaaaadas.  El “calientasillismo” está muy bien visto en España. De hecho, somos el país europeo en que más horas se trabaja y de los que menos producen. Ahora ha llegado por ley el control de horas, ¿funcionará?

-Ese es un tema pendiente, difícilmente cambiante, pero ojalá. Para cambiar eso hay que mejorar la productividad de las empresas: trabajar seis horas menos pero ser igual de productivos, y para eso se necesita un ambiente productivo. Y el ambiente productivo no va con un látigo. La sociedad camina en sentido contrario a una velocidad enorme. Podemos decir que el jefe tóxico es un jefe chapado a la antigua. Incluso hay quien ha escrito que en su perfil psicológico se dan la bipolaridad y la psicopatía. Hay libros publicados sobre eso y en el mío hago referencia a ellos.

https://economia3.com 

 

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2 Comentarios

  1. Amanda - Habilidades gerenciales 30 agosto at #

    Buenísimo blog, considero que uno de los desafíos más complicados que cualquier
    persona tiene, es ser líder. Un líder debe de influir en los demás,
    no por poder sino por decisión, no por imposición sino por
    inspiración. El líder debe de buscar motivar a
    su equipo desde lo más íntimo de su ser, que lo sigan por convicción y por una motivación genuina.
    Ser un líder con estas caracterisiticas, aporta bastante al éxito.

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    • Pablo Adan 31 agosto at #

      Gracias Amanda. Estoy de acuerdo con tu opinión. No obstante se habla mucho del líder ideal pero la realidad suele estar muy lejos. De ahí mi estudio y la publicación del libro «Sos tengo un jefe Tóxico», cuya meta es que los empleados detecten el tipo de jefe que tienen y ayudarles en su gestión, y también que el Jefe Tóxico sea consciente de los efectos negativos de su liderazgo. Un saludo, y gracias de nuevo por tu aportación.

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