Sólo los cuerdos saben que están locos

Locura, serenidad, corrección…

qué manía tenemos en clasificar cada vez más a las personas, en trazar líneas que, más que separarnos para mantener nuestra independencia, lo que hacen es encasillarnos en determinados estereotipos, casi a la fuerza.

¿Y por qué? ¿Para qué? La respuesta es sencilla; la sociedad castiga con el rechazo al que no se enmarca en sus reglas. Es así de triste pero cuando alguien pretende vivir al margen de la bienpensante corriente social es desplazado a vía muerta. El hedonismo, la búsqueda del placer y la autocomplaciencia, la comodidad en nuestra sociedad es doctrina de fe.

Pero sabemos todos que donde no hay crítica no hay progreso, y que donde no hay riesgo no hay beneficio.

Cierto es que una cosa es ser un rebelde social y otra muy distinta ser un antisocial. Los segundos, los antisociales se supone que poco o nada aportan, más bien al contrario, ya que además de rechazar las normas sociales lo hacen también con los derechos de las personas, según su propia definición. El nihilismo existencial no aporta nada, más bien al contrario, puesto que su ínter se basa en la negación del todo, en el escepticismo vital, en la nihil, la aniquilación. Pero no nos desviemos, éste no es el tema, y quede claro que el hecho de manifestar desacuerdo en algo, por muy sustancial que sea, no significa estar en contra de todo, ni profesar un ansia destructiva.

Prefiero centrarme en los primeros, los incorregibles, los rebeldes. En los contra corriente. Y desde un doble punto de vista.

En primer lugar, desde ellos mismos. Ellos, o nosotros, tienen todo el derecho del mundo a ser rebeldes, a no dar por válidas las reglas que no entienden o no quieren compartir. A discutirlas, a proponer su revisión o su renovación. Tienen derecho a ser consecuentes con sus ideales y sus valores, desde el respeto a las mayorías, y también a las minorías. Tienen el derecho, y lo sienten como un deber, a no callar, a expresarse, aún a riesgo del rechazo y la incomprensión. Pero son lo que son, y no les importa. No les verás haciendo demasiadas reverencias, ni muchos aplausos ni con excesos de cortesía y adulación.

También le llaman Rock And Roll Actitud.

Y en segundo lugar, desde el punto de vista de los demás. La mayoría, unos más que otros, necesitamos de algo de rebeldía y contracorriente. Y si unos no son capaces de ser o de hacer en clave rebelde, al menos podríamos estar expectantes ante los que sí lo son y lo hacen. Si no fuera por esto, el mundo, el día a día, sería muy aburrido. El inmovilismo mental se habría apoderado de nosotros y de nuestra actitud y nos habría convertido en seres uniformes, alienados, y lo peor, inconscientemente felices. Contra ello, el liberalismo en su acepción más individualista, activa su respeto a la diferencia y al desacuerdo. Necesitamos de ellos, ya que nos hacen pensar, y a veces cambiar nuestro punto de vista. Si dependiera de la mayoría de medios de comunicación no sería fácil conseguirlo.

La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia. Edgar Allan Poe

Pero entonces, como algunos afirman ¿están locos? No me lo creo. Los locos creen que están cuerdos. Realmente la locura tiene algo de inconsciencia.

No hablamos de inconscientes, no. Hablamos de actitudes totalmente cuerdas y conscientes. Leía hace unos días la frase “Los locos solo saben dar y amar sin condiciones, los cuerdos sólo saben recibir”.

¿Alguna vez te han dicho que estás loco? Eres un afortunado, estás vivo, y activo. Grandes inventores, grandes descubridores, grandes pensadores ¿ Qué sería del mundo sin esto locos emprendedores?

¿Y si no estás loco? No pasa nada, al menos escúchales.

Prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me abata. Christoph Wieland

Una visión radical e hiperrealista de las tonterías de la vida:

 

https://pabloadan.es/mis-conversaciones-con-krizn-sobre-las-tonterias-de-la-vida-y-la-puta-realidad/
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