Síndrome postvacacional. De vuelta a la jungla.

sindrome postvacacional

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Se acabaron las vacaciones.

Se te hace un mundo, cuesta arriba. Dejarás la tranquilidad de levantarte sin despertador, sin la tensión de entrar en el trabajo, sin la alerta de un posible fallo, sin el miedo a una reprimenda.

Te fastidia pensar que otros sí vuelven felices y con ganas a su trabajo, pero no es tu caso. Encontrarte cara a cara con ese jefe al que preferirías no tener que volver a ver. Pero ahí sigue. Y tú también.

Te cuesta, te planteas que deberías cambiar de trabajo, que no son los compañeros ideales, que no eres feliz.

Te sientes cansado, deberías haber dormido un poco más. No has desconectado lo suficiente. Ha pasado tan rápido… Te preguntas qué será de ti este año. No hay nada claro.

Se acabaron las vacaciones. Y tienes el síndrome postvacacional.

Síntomas de la depresión postvacacional

Muchos expertos dudan que exista este síndrome como tal, pero lo cierto es que cuesta coger el ritmo desde el primer día, porque la inercia vacacional es un freno evidente.

El estrés es una de las manifestaciones de tipo emocional más evidentes, que genera malestar, ansiedad, depresión, dificultades en el rendimiento, aumento de la frecuencia respiratoria y de la presión cardíaca, cambios de humor, etc.

Si a esto sumas cierta incertidumbre en tu puesto de trabajo o miedo a perder el empleo súmale puntos.

Si para redondear la situación no estás a gusto en la empresa, por tus funciones, tus compañeros o tu jefe, vas camino del desastre en estos días.

Gestión del síndrome post vacacional

Leerás que hay por la parte que nos toca, o sea en lo personal, tienes que hacer relajación, tomarte las cosas con calma, mantener las relaciones sociales, algo de ejercicio moderado, dormir ocho horas…

Y acerca de cómo nos tomamos el trabajo, algo que sólo en cierto modo depende de nosotros, te contarán que evites llevarte trabajo a casa, que no asumas tareas complejas para las que no estés preparado, que no comiences con retos demasiado altos o trabajos con alto desgaste físico o mental.

A priori, parece sencillo.

Pero no depende de ti

No basta con buenas prácticas, ni con buenas intenciones ¿acaso tu jefe es tan sensible? Si lo es genial, enhorabuena. Si no lo es más vale que te prepares para lo contrario, o el síndrome durará hasta marzo, por lo menos.

El jefe lo sabe

Tu jefe lo sabe, lo ha vivido año tras año. Los empleados llegan con pocas ganas, vagos, con el único interés centrado en contar sus vacaciones y los demás le cuenten las suyas. Dejarán pasar unos días de adaptación a bajo ritmo, no vaya a ser que se estresen.

Por eso durante el verano los jefes trabajan cambios, plantean nuevos retos, nuevas funciones y una potente reunión en los primeros días, el segundo a más tardar, para mantener un ritmo alto de tensión desde el primer momento. También es normal.

¿No lo harías tú si tuvieras esa responsabilidad?

Entonces ¿Qué hago?

No hay milagros, lo mejor es pasarlo asumiendo que está ahí y no debe durar demasiado.

Mantén una actitud realista y proactiva, sin necesidad de darle demasiadas vueltas a la situación y sus efectos. Asúmelo como algo natural.

Pero analiza si tras él se esconde algo más allá del cambio de rutina y la entrada al nuevo ritmo. Porque si no sólo se trata del síndrome postvacacional, sino que es algo más profundo y esencial, posiblemente estés en otra situación. No es tu sitio, no es tu gente.

Es momento entonces de plantearte las cosas con mayor profundidad. Un cambio de puesto de trabajo, de empresa, de compañeros… Averigua cuál de ellos te genera esos síntomas, y asume que lo mejor será cambiar.

Y no tardes demasiado no vaya a ser que el síndrome postvacacional se convierta en algo permanente.

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