El argumento en la comunicación social

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EL argumento y los tipos de argumento

Construir un mensaje social efectivo, a través de los diversos recursos de los que dispone una organización, implica la creación de un argumento para su exposición.

Un argumento es un razonamiento con el que se intenta justificar un ideal, defender una propuesta, demostrar o negar una afirmación, refutar una hipótesis o convencer al interlocutor de que la posición que se está proponiendo está justificada, es válida y necesaria.

Existen distintos tipos de argumentos y cada uno de ellos usa diferentes técnicas para llegar a las conclusiones para, a partir de ellos, construir los diferentes mensajes. Vamos a exponer tres tipos básicos de argumento por su relevancia en la comunicación social: los argumentos sobre hechos, los argumentos sobre valores y los argumentos basados en el miedo.

Los argumentos sobre hechos

Los argumentos sobre hechos se diseñan para convencer a la audiencia de que algo es verdad o no lo es, de que existe o no. Cuando manejamos esta finalidad en un proceso comunicativo, debemos hacer énfasis sobre datos ciertos y pruebas lógicas de fuentes públicas y objetivas (evidencias), y así conectar con claridad los datos con el sentido del mensaje y sus conclusiones con el público (premisas). Por ejemplo: Según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, España cerró el año 2021 con un 21,7% de sus habitantes en riesgo de pobreza, lo que supone que se ha incrementado 0,7 puntos respecto a 2020.

Los argumentos sobre valores

Por su parte, los argumentos sobre valores se diseñan para convencer a la audiencia de que algo, normalmente relativo a cuestiones éticas o morales, es justo o injusto, bueno o malo, deseable o indeseable, importante o inútil para toda la sociedad o para parte de ella. Siguiendo el ejemplo anterior, el argumento sería: Una sociedad moderna, solidaria y éticamente comprometida no puede tolerar una tasa de pobreza tan alta y no hacer algo urgente para solucionarlo.

Tanto en los argumentos sobre hechos como en los articulados sobre valores lo recomendable es comenzar con las cuestiones que son compartidas por todos, y después desplazar el discursos hacia las áreas más conflictivas para preparar a la audiencia y proceder hacia el argumento como en un embudo, donde lo conflictivo quede apoyado poco a poco por lo más aceptado. Esto se lleva a cabo a través de las diferentes técnicas de argumentación que analizaremos más adelante.

El argumento del miedo

El argumento del miedo como forma tradicional de sugestión por parte del poder, es siempre un argumento débil y casi siempre reprobable, aunque lo cierto es que para quienes recurren a él suele ser efectivo. Los medios de comunicación, día tras día, arrojan noticias y previsiones basadas en temores sobre catástrofes posibles, pérdida de derechos o libertades (confinamiento, ocupación, inmigración, crisis económica, desastre climático, amenaza nuclear). El recurso de provocar ansiedad y miedo se utiliza sin miramientos para captar nuestra atención y provocar sumisión al poder y temor al futuro. Y, ante la confrontación de ideas, buscar el desánimo en ellas para abandonarlas ante una situación que las supera.

Si el miedo responde a una situación real o posible, puede justificarse sobre una necesidad informativa y formar parte de un argumento válido y contrastado. Pero si no responde a una realidad, o hay una escasa probabilidad de que ocurra y su sentido es la creación forzada de un drama social, es simplemente una irresponsabilidad.

Tiene sentido que, para escapar del miedo o protegernos de él, las personas establecemos un acuerdo social para afrontarlo y protegernos, pues más vale en grupo que solos, pues juntos somos más fuertes. Y también lo tiene que este acuerdo entre personas y grupos nos aportará, como en una cadena de acontecimientos, una pérdida de muchas libertades individuales, pues tendremos que ceder, configurar una jerarquía, establecer unas normas y un reglamento sancionador a su posible incumplimiento. Miedo y libertad son cuestiones que se contraponen como en un proceso natural. La pregunta es: ¿Quién crea el miedo? Y la respuesta es evidente: el que se beneficia de él.

De hecho, no son pocos los movimientos sociales o políticos que nacen con una esperanza de cambio y, ante su inoperancia o la falta de soluciones, se transforman en meros gestores del miedo una vez conseguida cierta posición. Esto significa que la falta de esperanza mina la confianza positiva de los seguidores (“seguirme y todo irá a mejor”), teniendo que recurrir a un escenario de temor, basado por ejemplo en la disyuntiva o yo o el caos (“si vuelven todo irá a peor”) para seguir manteniendo el statu quo conseguido.

Texto extraido del libro Necesitamos Héroes (manual de estrategia y acción para organizaciones sociales)

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