El clima laboral tóxico: la empresa orwelliana.
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El buen clima laboral
El buen clima laboral es una aspiración de los responsables de RRHH, o de gestión de personas, (no le veo tanto problema al término). Pero algo que parece un reto, una meta, y que se gestiona poco a poco, analizando y rectificando a través de planes de acción, se complica si el mal clima laboral está generado por el jefe. Y más si responde a las características de un Jefe Tóxico.
Cuando el aire huele a veneno estás en un ambiente tóxico. O huyes antes de contagiarte, o acabarás contagiando a los demás.
Ya hablamos de Covey semanas atrás, en el post Lo siento, Covey, donde dejaba constancia de que hay demasiada distancia entre el ideal de Covey y la realidad, y esta distancia repercute negativamente sobre el ambiente. Un ambiente que, como vemos capítulo a capítulo en el libro SOS tengo un Jefe Tóxico, se va complicando a la vez que quedando al descubierto a medida que profundizamos en todas las actitudes y consecuencias de la dirección de equipos bajo un Jefe Tóxico.
El clima laboral tóxico
La creación de un buen clima laboral es fundamental para garantizar que todo lo que ocurre dentro de una organización transcurra de forma natural y en buenas condiciones, donde el ambiente positivo genera un entorno propicio para que personas y equipos puedan desarrollar y aplicar todo su potencial.
Se hace un estudio de clima, se analizan los puntos críticos, se establece un plan de acción, a través de medidas de formación, mejora en el tránsito de la información, o una política de cambios estructurales o conductuales. Y si no lo haces generarás frustración porque si preguntas, el que responde espera que sirva para algo.
Suena genial, pero en una empresa dominada por un Jefe Tóxico el aire huele a veneno, y cuando huele a veneno; o abres las ventanas o habrá víctimas.
Y si no hay ventanas la única posibilidad será escapar por la puerta de entrada.
En una empresa dominada por un Jefe Tóxico el aire huele a veneno, y cuando huele a veneno; o abres las ventanas o habrá víctimas. Y si no hay ventanas, mejor salir por la puerta.
Compromiso y rendimiento laboral
Diversos estudios que seguramente no han leído los jefes tóxicos aunque digan haberlos leído, como el de la consultora internacional de liderazgo y estrategia Hay Group Insight[1], analizan las consecuencias de la frustración y el mal clima laboral, ente caso, concluye que el compromiso generado por un buen ambiente en el trabajo aumenta el rendimiento en un 30%. A eso nos referimos con obtener todo el potencial. Si supieran lo que están perdiendo…
Es el resultado de un liderazgo negativo, obtiene justo lo contrario a lo que pretende. Puede ser que consiga resultados a corto plazo, pero el largo plazo está infectado de muerte. el ambiente laboral tóxico.
El liderazgo negativo, obtiene justo lo contrario a lo que pretende. Puede ser que consiga resultados a corto plazo, pero el largo plazo está infectado de muerte. #SOSTengoUnJefeToxico
El Gran Hermano
Al jefe tóxico no se le puede escapar nada y no dudará en emplear los métodos necesarios para evitarlo. Entre sus cualidades está la supervisión excesiva y la obsesión de poder ser objeto de crítica. Cuanto más control, mejor.
Escuchas, chivatos, intervenciones del correo electrónico. Es tu jefe, tiene el poder, el operativo, el económico y ahora el de la información: estás en sus manos. ¿Cómo no iba a controlarlo todo? Es su empresa, son sus mesas, sus sillas, sus ordenadores: su pasta. Y si no lo son, las siente como suyas.
Es tu jefe y es tóxico ¿Cómo no iba a controlarlo todo? Es su empresa, son sus mesas, sus sillas, sus ordenadores: su pasta. Y si no lo son, las siente como suyas. #SOSTengoUnJefeToxico
Entre los muchos casos estudiados que menciono en libro SOS Tengo Un Jefe Tóxico está el de Vanesa. Vanesa trabaja en una empresa de distribución de cosméticos. A los pocos días de estar allí preguntó “¿Qué hoy no viene el jefe?”. De inmediato todos se giraron haciéndole gestos de silencio, señalando al techo. Se quedó pasmada “¡Hay micrófonos!”.
No es el primer caso que conozco, intuyo que igual que tú. La invasión de la privacidad y el control de todo lo que se pueda controlar es algo más cotidiano de lo que parece, y ha generado literatura, cine y programas de televisión.
La invasión de la privacidad en la empresa y el control de todo lo que se pueda controlar es algo más cotidiano de lo que parece. #SOSTengoUnJefeToxico
La empresa orwelliana
Cuando George Orwell público su novela 1984 pronosticaba una sociedad donde el control absoluto del poder sometía a los hombres física y mentalmente.
A través de la vigilancia permanente y otros instrumentos de gestión del poder como la Policía del Pensamiento (que define la ética y las normas y reprime los postulados no oficiales), la Neo Lengua (que solo recoge lo que puede ser pensado, sustituyendo términos y expresiones que pudieran amenazar el seguimiento ciego hacia el Líder), el Ministerio de la Verdad (que controla la información) El Gran Hermano (quien posiblemente ni siquiera existe) se convierte en un poder absoluto, asfixiante y decadente.
Cuando los protagonistas de la novela deciden alistarse en la Hermandad, un reducto de militancia clandestina, descubren que esta es, en realidad, un instrumento más del poder para descubrir y controlar a sus súbditos más incontrolables. Hay infiltrados. Hay mal clima laboral.
Muchos críticos y muchos empleados están de acuerdo en el paralelismo de la novela con el control en las organizaciones. En algunos casos el liderazgo tóxico crea una empresa orwelliana, donde todo está controlado y dirigido: desde la verdad, la información, la comunicación, el pensamiento y hasta la propia disidencia.
El control obsesivo
Cada vez ocurre con mayor frecuencia, bajo la necesidad de seguridad se instalan cámaras en el interior de las empresas y con ellas micrófonos ocultos. No introduciría este aspecto como recurso del Gran Jefe si no fuera porque he recibido muchos avisos en esta línea. Insisto en que no es habitual, posiblemente no demasiado extendido, pero no hablamos aquí de lo corriente, sino de lo extraño y a la vez real.
Es posible que en tu contrato esté indicado que existen cámaras en tu lugar de trabajo por criterios de seguridad, pero esas cámaras no pueden utilizarse para otro fin. Lo mismo ocurre con los ordenadores, los correos electrónicos y, como muchos insisten, con los móviles.
Los ordenadores registran todo la actividad y el uso que hacemos de ellos, y el acceso desde administrador son tan fáciles de rastrear, que su seguimiento se convierte en un juego de niños. Desde el administrador del dominio el control de los mails es tan fácil como redirigirlos a una cuenta para tener copia de todos los que salen y entran, sin que te des cuenta.
Intimidad en la empresa ¿Qué es legal y qué no lo es?
La supervisión del trabajador es algo normal en cualquier empresa, pero debemos conocer sus límites porque puede ser generador de mal clima laboral. Para poner un poco de luz recurrimos a la información de la propia ley de protección de datos[2]
En ella se define la privacidad laboral como el derecho de los empleados a mantener su dignidad e intimidad en su lugar de trabajo, sobre datos privados y su intimidad, evitando cualquier intromisión sobre estos.
Añade que el responsable de una empresa puede adoptar las medidas de vigilancia y control que estime necesarias para supervisar que los trabajadores cumplen con sus deberes y obligaciones. Y describe la invasión de la intimidad como toda acción que vulnera los derechos de privacidad de los empleados por parte del empleador.
Límites legales
Pero existen unos límites legales que debemos conocer. La vídeo vigilancia solo puede grabar las tareas imprescindibles para los criterios de evaluación y no se pueden utilizar para un fin distinto al previsto. Lo peor es que no requiere la solicitud de consentimiento expreso al empleado.
Sobre las grabaciones de voz la ley considera que son más invasivas, pero solamente deben ser permitidas si han sido autorizadas por la dirección de la empresa y se ha informado previamente a los empleados.
En cuanto a los correos electrónicos, la consulta de nuestros mails es un derecho del jefe, siempre autorizado por la dirección, para comprobar que se hace un uso adecuado de ellos. Aunque no queda demasiado claro el límite de su inspección, la ley recomienda informar a los empleados.
Y en cuanto a las conversaciones telefónicas se pueden escuchar o grabar las conversaciones profesionales, pero no las privadas. La ley establece duras sanciones por invasión de la privacidad sobre estos u otros medios.
Lo cierto es que el control excesivo e innecesario es un freno más sobre el ambiente laboral y sobre la productividad. Se genera desconfianza porque nunca sabes el uso que se hará de esa información y si pudiera ser o no considerada como una falta de cumplimiento o del uso de los recursos de la empresa.
Se produce estrés, debido a la sensación de sentirse controlado, y aumenta la inseguridad laboral, puesto que es fácil pensar que ante cualquier descuido puedes recibir una sanción o ser despedido.
El control obsesivo
El problema ya no es la invasión de la intimidad o la protección de tu privacidad en estos casos, que podría ser hasta discutible, pero no es exactamente de lo que estamos tratando. Va más allá, y trata de la necesidad de controlarlo todo y del daño mental que debe producir manejar toda esta información en una mente obsesiva.
El jefe guardará la información y no hará una afirmación pública de que la posee, pues le dejaría en muy mal lugar frente a los demás, y tampoco puede reaccionar a cada información que descubra ¿Os podéis imaginar lo duro que debe ser conocer algunas cosas y no poder utilizarlas de forma directa porque desvelaría su control obsesivo y podría vulnerar la intimidad?
¿Y qué podemos hacer?
Ante el mal ambiente, el clima laboral tóxico, lo mejor que podemos hacer es conocer los límites y no sobrepasarlos, teniendo máximo cuidado en lo que decimos a través de qué medio lo hacemos. Al fin y al cabo, nosotros hemos de asumir nuestra propia responsabilidad personal y profesional.
Y aquí puedes descargarte el capítulo 1
[1] Hay Group, The Enemy Of Engagement, 2011.
[2] Ley Orgánica 3/2018 de 5 de diciembre de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales.
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