Las 2 caras del liderazgo (analizando el liderazgo tóxico)

2 caras

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El liderazgo, volviendo la vista atrás.

El liderazgo se ha ido llenando de tantas teorías y estilos que comienza a ser complicado tener una visión general e integradora. Es una evolución conceptual que puede considerarse normal pero es algo desordenada.

Lo que sí es cierto es siempre estamos en los extremos. Partimos de las teorías iniciales de la relación del poder con las masas, de claro componente filosófico, como Maquiavelo y los consejos a su Príncipe, Nietzsche y su teoría del Superhombre, Max Weber y el carisma de los líderes y los orígenes del poder, Le Bon y sus planteamientos sobre el comportamiento de las masas, y el propio Freud sobre la frustración que causan los compromisos incumplidos de los líderes a sus seguidores. Después de leerlas de nuevo, para una radiografía de la actualidad en el liderazgo político o empresarial.

El liderazgo, con demasiadas definiciones como para poder diferenciarlas, es un estilo de dirección basado en la capacidad (conocimiento y experiencia) y las habilidades (personales, sociales y directivas) para gestionar la autoridad sobre un grupo de personas y conseguir determinados objetivos.

Entre el liderazgo positivo y el liderazgo negativo

Bajo un liderazgo positivo la gestión de la autoridad se enfoca desde el carisma, la comunicación y la motivación: es el líder reconocido por su gente. Es el ideal de Covey, más utópico que la realidad.

En el otro extremo, bajo un liderazgo negativo predomina el uso del poder, las normas y los resultados por encima de las personas a las que dirige. En este caso el líder es reconocido como tal por la jerarquía de la organización, porque da resultados y cumple objetivos, o por sí mismo, porque es la propiedad. Pero entonces su gente le reconoce como jefe pero no como líder.

Si abusa del poder e impone la obediencia y el cumplimiento a través de la presión y el miedo, el estilo se transforma en liderazgo tóxico.

Realmente el liderazgo tóxico, con muchas referencias teóricas y publicaciones detrás del concepto, es un liderazgo que parte de una persona tóxica que crea un ambiente tóxico.

Tras varias lecturas y reflexiones me atrevo a puntualizar, al menos desde mi visión, y a definir el liderazgo tóxico como: “un conjunto de actitudes realizadas desde la jerarquía a través de la persuasión y uso del poder, que genera en las personas una pérdida de seguridad y autoestima, en los equipos falta de comunicación y confianza, y en la organización el daño irreparable de la fuga de talento o la aniquilación de éste”.

Jefe malo o jefe tóxico

Pero nosotros tenemos un concepto positivo del liderazgo, por lo que el liderazgo negativo, o el liderazgo tóxico, son expresiones al límite de lo expresivo.

El líder no ostenta este calificativo por su poder o jerarquía, sino por el uso positivo que hace de ella a través de sus cualidades y, posiblemente, su carisma. Lo contrario le transforma en simplemente un jefe.

Se puede ser un mal líder y un buen jefe. Y se puede ser un jefe malo (no da más de sí) o se puede ser un jefe tóxico cuando se hace un uso abusivo del poder y la autoridad, daña el ambiente a conciencia y presiona a las personas en su autoestima y en su rendimiento. Y el porqué lo hace lo iré compartiendo poco a poco, tras mucho tiempo analizando y ordenado comportamientos, porque hay mucho que quiero compartir.

Por lo tanto el liderazgo tóxico es el estilo, y el jefe tóxico es su resultado.

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