Miedo en la empresa

El miedo en la empresa

Maquiavelo enseñó al príncipe a utilizar el temor para gobernar: “Mejor ser temido que amado, porque el amor y la clemencia te hacen débil”, y por lo tanto dificultaría la capacidad de mantener el poder en situación inestable.

También le recomienda que sus acciones y decisiones no tengan porqué justificarse bajo los principios de la moral, sino bajo las leyes que rigen el poder.

La violencia, el miedo en la empresa no es un concepto nuevo, pero sigue siendo un tema tabú. No se trata necesariamente de la agresión directa o física, ya que estaríamos hablando de algo mucho más grave y delictivo, sino la presión psicológica por la creación de un ambiente de miedo con reacciones incontroladas y arrebatos imprevistos.

A él corresponde parte de uno de los capítulos del libro SOS Tengo un jefe Tóxico.

Porque el miedo es, y siempre ha sido así, una herramienta de control, de dominio, de muestra de poder, de ataque y defensa, casi siempre utilizada por los acomplejados e inseguros como palanca de afirmación. Y claro, por aquellos que disponen de poder (delegado o por propiedad).

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El miedo en la empresa, una herramienta de control

El miedo en la empresa es una herramienta de control, de dominio, de muestra de poder, de ataque y defensa, casi siempre utilizada por los acomplejados e inseguros como palanca de afirmación.

Suelo hacer muchas referencias (me apasiona el tema) sobre antropología y comportamiento humano. Acerca de este tema leí recientemente al primatólogo británico Richard Wrangham, quien a partir de sus estudios sobre chimpancés y bonobos, nuestros antepasados más cercanos, publicó hace poco un artículo en el que afirma que “el desarrollo del lenguaje favoreció que individuos que se encontraban bajo la subordinación de un déspota pudieran fraguar planes de forma segura para protegerse del acosador, que a menudo era físicamente poderoso y podría haber vencido a cualquier miembro del clan en un enfrentamiento directo”.

Los efectos del miedo sobre las personas

Porque el miedo generado en el ambiente laboral por la autoridad (hablamos, claro, del Jefe Tóxico) puede crear efectos contrarios en las personas:

  • Pueden agruparse para defenderse.
  • O pueden individualizarse para evitar ser víctimas como estrategia de supervivencia.

Ambas reacciones van a depender de caracteres, personalidades, y sobre todo de algo que a veces abunda poco en la empresa; la dignidad. Por el miedo a perder el trabajo es un arma clara y eficaz en la mayoría de los casos.

Pero cuando un ambiente violento se instala en un entorno laboral también genera dos reacciones secuenciales y enfrentadas:

  • Una primera de rechazo. Las personas normales, tranquilas y poco acostumbradas a este tipo de situaciones se sienten incómodas, se alejan cada vez más del respeto al jefe. Pero también se construyen una capa protectora, un sistema de autodefensa mental, para asimilar la situación y evitar que le afecte emocionalmente mientras no tenga la posibilidad de huir de ella.
  • La segunda reacción es opuesta, y se trata de una adhesión por parte de otras personas, que aprecian en estas actitudes una afirmación de autoridad y fortaleza y ve al resto de las personas como débiles e incapaces de trabajar bajo tensión.

La primera situación puede suponer una amenaza para el Jefe Tóxico, tirano. De ello ya hablé en el post “Porqué el jefe fomenta el individualismo”.

Entre el segundo grupo, las personas que por su silencio y connivencia se ponen de parte de la autoridad, que justifican o asumen los episodios de violencia, se crean una autojustificación de la misma para evitar sentirse afectados.

Reaccionan a modo Síndrome de Estocolmo: “Es el dueño… es quien paga… tendrá alguna razón… hay que comprenderle… debo proteger mi puesto de trabajo…”. Es duro, pero ciertamente comprensible.

Este síndrome acerca a algunas personas aún más al jefe, quien ve en ellos a personas fuertes y por lo tanto menos afectos a su ira. Y entonces en algunos cunde el ejemplo, se instala un clima asfixiante y el equipo queda dividido.

El jefe los respetará y evitará enfrentarse a ellos. Ya tiene sus defensores y sus justificadores, o eso cree. Pero con toda seguridad esta guardia no será fiel por demasiado tiempo. Y a esa guardia le vamos a dedicar un post más adelante.

Este hecho va creando roles complementarios a los de la función del puesto de trabajo. Va dividiendo, normalizando a través del silencio y la aceptación esa falsa división entre fuertes y débiles.

Un ambiente insostenible, donde reina el miedo de forma eficaz… pero sólo en el corto plazo. Nada dura eternamente, pero menos la gestión del miedo por irracional.

Cómo reaccionar si el miedo está en tu empresa

Ante los episodios de violencia y miedo en la empresa no debemos quedar impasibles. Es más recomendable actuar como defensa colectiva, porque en lo individual tendemos muy pocas posibilidades de salir airosos.

El grupo debe frenar estas situaciones y plantear límites al jefe en el abuso de su autoridad como única estrategia de defensa.

No es fácil, pero si no actuamos y permitimos que vaya ocurriendo sin respuesta, será demasiado tarde para poner límites cuando ya hayan sido todos traspasados.

Siempre queda en última instancia, y en casos de gravedad contrastada, la denuncia, para la que deberás disponer de pruebas, mejor escritas, testigos, que no será fácil, y un informe de un especialista, normalmente un psicólogo, que evalúe el efecto del acoso y elabore un dictamen.

Después, un buen abogado, mucha paciencia y por supuesto una gran dosis de valentía.

Pero antes de llegar hasta aquí hemos de analizar las situaciones, intentar comprenderlas y adoptar una estrategia de supervivencia. Es posible que esa estrategia te lleve a actuar de forma individualista. Hemos caído en la trampa del abuso de poder.

El Jefe Tóxico, de nuevo por encima del bien y del mal.

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